La otitis mucosecretora es una forma de otitis que generalmente cursa de forma muy larvada, es decir casi sin síntomas, y por lo tanto es difí­cil que los padres se den cuenta de la enfermedad. Se da principalmente en niños pequeños y suelen tener catarros frecuentes, obstrucción nasal o cierto tipo de patologí­a alérgica acompañante, aunque a veces es difí­cil demostrarlo.

Como sí­ntomas más frecuentes es la sordera que afecta sobre todos a las frecuencias graves, y que puede ser mas o menos acusada dependiendo del tiempo que lleve el proceso. El niño se encuentra nervioso, a veces muy intranquilo e irritable o se lleva las manos a los oí­dos, molestandoles los ruidos fuertes. Estos sí­ntomas a veces pasan desapercibidos.

El diagnóstico se hace mediante la exploración otoscópica ó mejor otomicroscópica, junto a las pruebas complementarias de impedanciometria, otoemisiones, audiometrí­a tonal o potenciales evocados auditivos.

Si no se detecta precozmente puede complicarse ya que él liquido retenido en el oí­do medio produce una serie de enzimas que pueden afectar al tí­mpano atrofiándolo o al oí­do interno dando sorderas mas graves.

Dejados a su evolución normal, sin tratamiento, a veces curan espontáneamente (alrededor de un 40 % ) sobre todo después de baños en el mar; Otras veces continua estacionario el problema sin agravación del cuadro y otras veces pasa a dar complicaciones. Ocasionalmente pueden dolor los oí­dos e incluso llegar a supurar, sin embargo esto no suele ser demasiado frecuente.

Para el tratamiento se ha intentado numerosas pautas medicas (antibióticos, mucoliticos, antihistaminicos, aerosoles…etc. y a veces se consigue la resolución del proceso, sin embargo hay veces en que se tiene que recurrir a la cirugí­a. Esta consiste en realizar una mirigotomia, es decir abrir el tí­mpano y extraer él liquido que tiene el oí­do medio, dejando unos tubos de drenajes afí­n de ventilar el oí­do el tiempo que sea necesario para lograr su curación. Normalmente se suele realizar junto a esta cirugí­a una extirpación de adenoides afí­n de lograr una mejorí­a en la ventilación nasal y en la frecuencia de los catarros. Esta cirugí­a se realiza con anestesia general.

No siempre se consigue a pesar de la cirugí­a curar el proceso definitivamente y hay que recurrir a varias intervenciones, aunque esto no suele ser frecuente.

Es importante un seguimiento por parte de los padres, en la escuela, por el pediatra y por el especialista en Otorrinolaringologí­a afí­n de evaluar periódicamente su estado auditivo y el estado del oí­do, ya que de dejarlo sin vigilar pueden aparecer complicaciones de difí­cil solución.

Si se realiza cirugí­a de drenajes timpanicos, el paciente deberá seguir revisiones periódicas por su especialista cada dos meses los primeros 6 y posteriormente cada tres meses. Si hay dolor u otorrea ( supuración ) deberá pedir cita.